¡Efusivo! Me acerqué con demencia, desabroché con tanta urgencia esa blusa que incluso rompí la varilla de tu brassier. ¡Locura! Pero es que tus besos, mis torpes manos a tu lado se vuelven hábiles, ansiosas, a veces no tan cuidadosas, pero es que tu espalda, como me encanta tu espalda. Y de repente mi vista se llenó de tu cuerpo, ¡vaya cuerpo! tomé tu cintura y con un pequeño impulso te sentaste en el escritorio; ¡ups! se rompió el teclado, ¿qué más da? lo reemplazaremos. Tu espalda contra la madera del escritorio, cayó una libreta, ¡cuidado con la taza de café! Deseo, nos ganó el deseo, tú, yo, una oficina, unos minutos, tu espalda arqueó, mis músculos se tensaron, todo terminó en minutos; ¡respira! relájate, ponte la ropa nuevamente; ¡rayos¡ ahora recuerdo que rompí la varilla del brassier y tu computadora se quedó sin teclado. Dame unos minutos, voy de compras.