Desnuda tu mente mujer de mis encantos
y luego lentamente tu ropa retira también
que besaré tu cuello, tus hombros, tus senos
y jugaré con hielo en la punta donde terminan ellos.
Relaja tu cabellera
y permite que la saliva que deja el hielo a su paso
marque un trazo en esas curvas delineadas, delicadas,
y tan femeninas.
A cada centímetro tu temperatura lo vuelve líquido
y la lengua, mi lengua que se guía de él
absorberá pasión directamente de tu piel
desde los parpados hasta el borde del pezón endurecido,
erizado, pero no, no de frío.
Y lo aspiró, lo respiró y siento como eleva
tu ritmo cardiaco, tu libido,
continuando el incansable recorrido hacia el sur
que en la geografía de tu cuerpo
es un destino.
No hay prisa en tus pantorrillas,
hago una pausa breve y te admiro,
el talón de Aquiles, la rodilla, esa parte que depilas
y aquel llamado de Venus, el monte de Venus
donde el hielo deja de serlo por el calor que ahí domina.
Secaré con mis labios,
mejillas, boca, cuello,
abdomen, caderas, clítoris, pechos.
Todo lo besable lo besaré,
entonces toda tú serás besada
hasta terminar el rastro líquido
provocado por un hielo
pero más por mi delirio.
Sí, te deseo.
Hielo, piel, agua, sed
y tu cuerpo desnudo bajo el mío.
y luego lentamente tu ropa retira también
que besaré tu cuello, tus hombros, tus senos
y jugaré con hielo en la punta donde terminan ellos.
Relaja tu cabellera
y permite que la saliva que deja el hielo a su paso
marque un trazo en esas curvas delineadas, delicadas,
y tan femeninas.
A cada centímetro tu temperatura lo vuelve líquido
y la lengua, mi lengua que se guía de él
absorberá pasión directamente de tu piel
desde los parpados hasta el borde del pezón endurecido,
erizado, pero no, no de frío.
Y lo aspiró, lo respiró y siento como eleva
tu ritmo cardiaco, tu libido,
continuando el incansable recorrido hacia el sur
que en la geografía de tu cuerpo
es un destino.
No hay prisa en tus pantorrillas,
hago una pausa breve y te admiro,
el talón de Aquiles, la rodilla, esa parte que depilas
y aquel llamado de Venus, el monte de Venus
donde el hielo deja de serlo por el calor que ahí domina.
Secaré con mis labios,
mejillas, boca, cuello,
abdomen, caderas, clítoris, pechos.
Todo lo besable lo besaré,
entonces toda tú serás besada
hasta terminar el rastro líquido
provocado por un hielo
pero más por mi delirio.
Sí, te deseo.
Hielo, piel, agua, sed
y tu cuerpo desnudo bajo el mío.
Comentarios
Besos.
Un beso grande, siempre.
Saludos Alexander