El espejo no miente, afortunado es,
te observa desnuda en el diario cotidiano,
desnuda también de vez en cuando
una sonrisa de tus labios.
Algunas gotas caen en él
mientras tu largo cabello cepillas,
cascada en color negro que salpica libertad
cuando sin ataduras sobre tu espalda cae.
El reflejo de tus ojos cuyo deseo de torna café
ante la luz tan natural del astro que por tu ventana en un resquicio dejas entrar
te observan a ti misma a través de él
y aunque el tiempo le ha opacado la visión
tu reflejo sigue intacto,
la curva en tu cadera,
la altura precisa de tu cuello,
la caída de tus hombros,
la simetría en tus largas piernas.
Desde ahí, colgado sobre esa blanca pared
el espejo no miente,
el reflejo de ti mujer,
de belleza permanente.
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