Ir al contenido principal

Entradas

Espalda

Aquí, bajo tu cuello, donde termina el largo de tu cabello, aquí comienza la planicie que he devorado con la mirada, en su curva pronunciada, he dejado varios secretos que mis labios le han contado, y se guardan entre sus diminutos vellos esperando ser descubiertos y tal vez contados. Es tu espalda un delirio, un desnudo para un óleo, una estrofa de canción o un verso de un poema. Que curioso ese lunar, justo a la altura de tu costilla derecha, es el más grande y distinguido, tienes uno más, bajo el hombro izquierdo, otro pequeño que se alinea a tu columna y una mancha en tu piel que se asoma para darle un toque especial al color que ahí predomina. Fuera el sujetador, sus líneas se quedan marcadas, señal de que esa prenda estuvo contigo todo el día. Libre al fin, mi vista se llena de su esplendor, su fuerza ha mermado y requiere un descanso, quizá las caricias de mis manos que impacientes están de acercarse y hacerte sentir una mujer consentida, que se merece lo mejor al final del d
Entradas recientes

Zapatillas negras

Negras, como la noche, es media noche, retiras las zapatillas, que adornaron tus piernas esta noche. Negras, suela roja, piernas blancas, divino contraste, lo divino es mirarte.   Tus piernas largas y esas pantorrillas marcadas que resaltan  al momento en que las calzas. Zapatillas negras en tus piernas que provocan, la vista se enamora, cuan largas son, explorarlas, cuan suaves son, tocarlas, cuan bellas son, admirarlas, cuan deliciosas son, besarlas. Si de mí es tarea cotidiana estoy dispuesto a aceptarla.   Zapatillas negras, ya tus pies descansan,   ¡que fortuna! Ahora e stán en mi cama.  

El camisón

La tarde agonizó hace algunas horas, sus dedos tecleaban algunas letras sin sentido que se reflejaban en la todavía vacía hoja del procesador de texto, y pensaba: -        -   ¿Por qué mis dedos están sobre esta fría computadora y no sobre sus suaves piernas? - S u mirada se perdió en el brillo del monitor, en un intento de volver al trabajo que realizaba sin avance alguno, su mente no procesaba palabras, nada de lo que escribía tenía sentido; aquel proceso que intentaba ejecutar estaba lejos de tener la atención que requería. Volteó hacia la puerta de la habitación, bajo la rendija de la puerta se podía ver la destellante luz que provenía de la televisión y entonces volvió a pensar: -Seguramente ya se habrá puesto su camisón de dormir, ese pequeño pedazo de tela con impresión de flores que le regalé hace tiempo. Recuerdo haberlo comprado a propósito, si claro, a propósito, corto y sexy, de tirantes, ligero, para la temporada de calor y por supuesto ligero para el deleite de mi

Sin solicitud

No te pedí que llegaras, no, no te lo pedí; y lo hiciste, te colaste como luz por las ventanas en un amanecer de domingo justo cuando no quieres salir de la cama, invadiste ese espacio, mi espacio, te acurrucaste en mi mente y comenzaste a conquistar cada uno de mis sentidos, para conocerme y para dejarte conocer; no te lo pedí sin embargo te acomodaste cerquita del corazón, contabas los latidos y el flujo de la sangre, cada segundo, cada minuto y entonces empezabas a descifrar mis debilidades. No, no te pedí que te quedarás y sin embargo así fue, en mi cabeza la imagen de esa mirada me da vueltas, las mismas vueltas que da tu cabello alborotado al caer sobre tus hombros, las mismas vueltas que da tu piel al contorno de tus caderas. Así fue como entraste en mis sueños, son breves segundos, pero te apareces justo antes del sonido de la constante alarma matinal, maldita alarma, benditos sueños. No te pedí que llegaras, mucho menos que te quedaras, pero lo hiciste y ahora forma

Tranquilo

Vivir tranquilo, a la orilla de tus pestañas. Vivir tranquilo, encerrado en tu mirada. Vivir tranquilo es saber que ocupo una décima de tus pensamientos. Y si piensas, me piensas y te pienso, estaré tranquilo, Habitamos en el complejo y lamentablemente finito sistema de recuerdos, donde cierras los ojos y viajas. Viajas al pasado, recuerdas ese beso, y sonríes. Viajas al pasado, recuerdas el gemido y te erizas. Regresas en el tiempo, vuelves y me extrañas, y te extraño al volver al presente. Es esa intima conexión que nos mantiene, unidos. Pero, sonríes. Entonces vivir tranquilo es recordar, vivir tranquilo es abrazar, es besar, o simplemente pensar. Por lo tanto, piensa, piénsame y no me olvides.

fugaz

El viento trajo consigo el perfume que descansaba en tu cuello, mi olfato lo recibió con una dulce sensación de frescura y lo transformó en un suspiro,  nuestros ojos se cruzaron en una mirada que se interrumpía por fugaces parpadeos. Tus dedos se encontraron con los míos en una inquebrantable cadena y me jalaste hacía ti para unir tu aliento a mis labios desesperados por romper la sequía con el color de tu lápiz labial. Así lo hiciste; cuando el suave toque de tu boca me invadió, un nervioso derrame de emoción cruzó por todas mis venas haciendo que el corazón me latiera mas rápido que si hubiera corrido un maratón, al instante un impulsivo abrazo te acercó a mi pecho y me permitió sentirte, cerquita, tan cerquita que sentí tu pulso igualmente ansioso y tu palpitar también acelerado. Rompimos el beso para sonreírnos, nos miramos sabiendo que nos volveríamos a encontrar pronto; una voz en segundo plano mencionó tu nombre, señal de que tenías que retirarte, y con la última mueca

Déjà vu

Era tan familiar esa caricia, tus dedos sobre mi oreja rodeando discretamente todo su contorno mientras armabas frases que me recitabas quedito haciendo que mi piel se erizara en más de una ocasión. Y después tus labios se apoderaron de mis ojos, los párpados cerrados recibían tantos besos que no era posible abrirlos entre cada uno de ellos; sabía lo que venía, todo eso me resultaba tan conocido. ¿Qué seguía? Desabrochabas la blusa y me permitías ver tu brasier blanco con adornos rosas, el mismo que hace algunos días te regalé; dejabas al descubierto tus hombros para poder besarlos al tiempo en que te hacías cargo de eliminar cada botón de mi camisa. Tus manos en mi pecho, esa mirada que tanto me encanta y un beso largo, muy largo acompañado de un abrazo sostenido que permitía a nuestros cuerpos acercarse demasiado. Me di cuenta que no era un momento único, de alguna manera todo eso ya lo había sentido a pesar de ser esa la primera vez que me acercaba tanto a tí;