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Mostrando entradas de junio, 2016

Agua

La tempestad se formó en tu cabello, revuelto, nublado, mojado, en cascada sobre tus hombros que rompen su caída, diluyendo, salpicando, erosinando tu piel y refrescando mis manos quebradas. Lluvia en ti, el agua de tu cuerpo, setenta por ciento, lavo mi lengua en el porcentaje acumulado en tus senos, enjuago mis manos allá por tus caderas y me sumerjo en el caudal formado en tu ombligo, en cascada se precipita, mojas, empapas, humedad sobre mis dedos, que acarician tu vientre y me dejo llevar por el torrente, fuertes pendientes, irregular travesía que me deja entre tus piernas para beberte, hidratarme, saciarme, ahogarme.

La misma luna

Y ahí él, bajo la misma luna pensando en esa piel canela que perfuma sus venas y droga sus pensamientos, deformando sus instintos con la necesidad de ir a su encuentro y tener su cuerpo hasta rendirse entre sus piernas. Cuenta la luna que él recorría su espalda como si nunca la hubiera explorado y que ahí donde las velas atestiguaban el encuentro, la tomaba sin piedad entre sus implacables manos, entre sus incontrolables besos, sólo para raspar sus senos con la barba, para lamer sus piernas con el veneno de sus besos, para saciar su hambre de deseo.