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Mostrando entradas de marzo, 2016

Varilla y teclado

¡Efusivo! Me acerqué con demencia, desabroché con tanta urgencia esa blusa que incluso rompí la varilla de tu brassier. ¡Locura! Pero es que tus besos, mis torpes manos a tu lado se vuelven hábiles, ansiosas, a veces no tan cuidadosas, pero es que tu espalda, como me encanta tu espalda. Y de repente mi vista se llenó de tu cuerpo, ¡vaya cuerpo! tomé tu cintura y con un pequeño impulso te sentaste en el escritorio; ¡ups! se rompió el teclado, ¿qué más da? lo reemplazaremos. Tu espalda contra la madera del escritorio, cayó una libreta, ¡cuidado con la taza de café! Deseo, nos ganó el deseo, tú, yo, una oficina, unos minutos, tu espalda arqueó, mis músculos se tensaron, todo terminó en minutos; ¡respira! relájate, ponte la ropa nuevamente; ¡rayos¡ ahora recuerdo que rompí la varilla del brassier y tu computadora se quedó sin teclado. Dame unos minutos, voy de compras.

Mujer

El homenaje es para ti, mujer. Que secas las lágrimas de los tuyos y te sobra fortaleza para secar las propias. Que abrazas de manera sincera, cariñosa, desinteresada. Que transmites tu inteligencia, en consejos, en problemas, en tareas. Que besas y te atreves, y te atreves a besar. Que te empeñas, en lo cotidiano, tu casa, el trabajo, tu familia. Que te preocupas por el resto y que te ocupas de ellos. Que iluminas con tu sonrisa, que alegras con tu mirada. Que seduces con un guiño de esos que indudablemente atrapan. Para ti. Que transmites seguridad, que reflejas el triunfo de tu ser. Que has logrado el éxito en la forma que este tenga, en la forma que le has dado. Que eres incansable e inquebrantable. Que eres hermosa, en tu cabello, en tus labios, en tus senos, en tus manos. Que sueñas, que vives, que logras. El homenaje es para ti, mujer, que lo eres todo y por todo lo que eres.