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Mostrando entradas de octubre, 2011

El velo

Dicen que en aquel callejón, entre la calle 2 norte y la de Palafox, durante estas noches en las que la luna se tiñe de rojo, una extraña mujer aparece caminando sobre el empedrado, paseándose bajo las tenues luces de los faroles, dejando a su paso una débil neblina que poco a poco lo cubre durante toda la noche. Su vestimenta es negra, el vestido envuelve su cuello, sus brazos, sus piernas e incluso sus pies, si es que los tuviera, nadie ha visto su rostro, un oscuro velo siempre lo cubre y cuentan que aquel que se atreva a ver los ojos bajo el velo, se evaporará como la neblina quedando atrapado en su negro corazón pues la leyenda dice que es una mujer en la eterna búsqueda del caballero que habrá de desposarla, si eres el indicado, y eso sólo ella lo sabrá, te llenará de riquezas inimaginables pero si no lo eres desaparecerás de inmediato. -¡Bah! Tonterías sin sentido dicen ustedes, creo que han bebido demasiado, es buena hora para retirarme.- - Espera Julián, recuerda lo que

Amiga.

Amiga. La que retiene sus palabras sólo para escucharme hablar. La que me ha prestado su hombro cuando he necesitado llorar. La que sonríe y me contagia. La que se enoja y me regaña. Amiga. Aquella que en cada uno de sus abrazos encuentro sinceridad, que en su mirada encuentro cariño y en sus consejos o silencios, un alivio. Esa amiga eres tú, la que me confía sus secretos y sabe guardar los míos, que quede claro que no es complicidad, a eso se le llama amistad. Amiga querida, las letras serán siempre pasajeras pero la amistad entre tú y yo ojalá que sea eterna. Feliz cumpleaños a ti (28-10-11)

No lo hubiera imaginado

Había visto bailar ese cuerpo y jamás me percaté de su belleza. Había mirado aquellos labios moverse a la par de sus pensamientos pero en mi torpeza no había notado la suavidad con la que expresan sus sentimientos. Había visto esa mirada y jamás su dulzura consideré, al igual que su color que por más oscuros que sean llevan brillo asesino, de ese que mata y te hace sentir vivo. Y esas manos que nunca con las mías se habían encontrado, casuales ocasiones las había mirado, levantando una copa, brindando, y nunca pensé que tan suaves podrían ser y mucho menos imaginé que algún día sobre mi cuerpo bailarían. Te había visto con anterioridad pero mi mente no pensaba, no imaginaba que algún día también te vería pero con una irremediable y distinta mirada, Irremediable porque el único remedio son ese par de ojos oscuros y bellos. Que algún día en mi pensamiento te meterías, que ese cuerpo que pasaba inadvertido ahora su sens

De títulos entre personas...

Recuerdo el frío de esa tarde, el café lo hizo menos. Desnudabas tus sentimientos como si en mi encontraras un cajón donde pudieras guardar sin temor tus secretos. Y así es. Algunas lágrimas rodaron por tus mejillas secándose en mi hombro en el cual dejabas esos últimos gritos de arrepentimiento. Te miré a los ojos y pedí que no separaras tu vista de los mía, te dije que confiaras y que si alguna vez el pasado te atrapaba nuevamente, acudieras a mi sin reparos que yo te abrazaría sin decir palabra. Entonces te di un beso de esos que ni mil escenas de cine podrían igualar, lo sabes, lo sentiste, suspiraste al dejar mis labios y tu sonrisa fue prudente, no era el primero pero en cada uno había algo especial. Coloqué el cigarro en mi boca y aspiré, el humo se mezcló con el viento frío que sentíamos frente al portón de tu casa, te abracé y de inmediato reconocí el perfume que tanto me ha gustado, ese que se ha vuelto tan especial. Vi desvanecerse la tristeza de tus ojos, vi tu al

Era una noche común.

La noche era común, como cualquiera, la única diferencia es que era nuestra. Me tiré boca arriba en la cama, el televisor emitía alguna programación que en realidad no era importante. La lámpara circular simulaba una luna que daba apenas la luz suficiente como para ver la ropa acomodada en el armario y los perfumes sobre la mesa de madera, sin embargo decidiste apagarla, sólo el brillo del televisor quedó como testigo en aquella habitación. Te hincaste sobre la cama, había visto con anterioridad esa mirada. Tus rodillas se separaron encerrando entre tus piernas las mías y avanzaste hasta descansar justo sobre mi regazo, notaste inmediatamente mi excitación y la hiciste propia al sentirla con tu cuerpo. Bailabas, sé que bailabas, lo hacías sobre mi con una melodía que aun sin escucharla la podía sentir. Liberé mis manos para alcanzar tu cuello, para revolver un poco tu cabello, a contraluz de la imagen del televisor tu silueta era como un sueño pero mi excitación era tal que