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Mostrando entradas de abril, 2011

Pecado.

No entiendo, le dicen pecado, ¿pero cómo ha de serlo si se disfruta tanto?  Es el aroma en tu cuerpo, lo respiro, lo saboreo, ¿será acaso porque he tocado tus senos? a mí no me parece que estés en desacuerdo.  Y es que entiendo que el tocarte y con mis besos provocarte, se produce alguna fórmula que de manera natural me hace desearte, pues te visto estremecer al compás de mis caricias, y te he visto sonreír como cuando comes golosinas, entonces no lo llamaría un pecado, aunque por ley divina sea algo condenado. Si tu piel se eriza con mi aliento es bien sabido que es por un excitante sentimiento, y al ritmo de un respiro en el baile de los desnudos, el pecado se esfuma entre los cuerpos de pasión moribundos. No hay pecado entonces en el acto, de tomarte, de besarte y recorrerte con el tacto, de quitarte la ropa y sentir el fuego que en tu cuerpo se provoca, porque entiendo que el pecado es algo malo y lo malo es condenable, que si así fuera ardería en el mismo infierno pero jam

Dejando recuerdos.

¿Acaso hay sangre corriendo por tus venas? pues ya tus besos fríos son, cuando antes incluso les hacía poemas ahora sólo salen de tus labios sin sabor. ¿Qué fue de esos abrazos calurosos? que no respetaban ni frío ni calor, sólo eternos recuerdos borrosos de los que algún día se asomaban sin pudor. Y si ahora el olvido es lo que importa, olvidarte es mi tarea, olvidarte en la razón. ¿Pero cómo olvidar el recuerdo en la memoria? si esa aguja te tatuó más allá del corazón. ¿Y cómo haces tú, para enterrarme en mausoleo? Me miras tan fija, tan seria, tan sin ninguna ilusión. Quizá fueron malos mis besos, mi sexo, que en la misma oscuridad los abandonaste sin compasión. Debiera no hacerme tantas preguntas y dejar que mi vista busque otro color. Debiera dejar de buscar las respuestas y enterrarlas en vacío junto a esto que parece dolor. Hay sentidos escondidos que interpretan tus silencios, hay latidos en mi c

El lápiz. (III)

Con el desorden acostumbrado entramos al salón, Martha entró antes que yo y vio la nota y el lápiz en su lugar, pasé a su lado mirando de reojo como desdoblaba con cierta rapidez e intriga el papel donde escribí la carta, me senté en mi butaca sin despegar mi mirada de ella. La maestra entró al salón dando indicaciones aunque no presté atención; Martha parecía no reaccionar, su mirada estaba fija sobre la cartita, pero no tenía ninguna reacción. La maestra ordenó que abriéramos los libros de geografía en la página 48, en ese instante Martha dobló la hoja y la guardó en su mochila al tiempo que sacaba el libro de geografía; no volteó, no hizo ningún intento por buscarme, simplemente atendió a la clase. Con los ánimos en el suelo veía como pasaban los minutos, la maestra hablaba, las páginas de los libros avanzaban, aquella carta no había tenido ningún sentido y las preguntas daban vueltas en mi cabeza cuestionándome una y otra vez, en que había fallado. Martha salió al receso sin la

El lápiz. (II)

No podía concentrarme en la tarea de matemáticas, sólo observaba el lápiz y pensaba en las palabras que debía decirle: -Hola, olvidaste tu lápiz- -Hola, encontré tu lápiz en la banca- -Hola, ¿es este tu lápiz? ¿Y después, que pasaría? Entonces pensé; -¿Por qué no mejor le escribo una carta? -¡Sí!, eso es, le escribiré una carta con este mismo lápiz que olvidó. Así que tomé una hoja blanca, me apoyé sobre el escritorio y comencé a escribir: Martha. Olvidaste tu lápiz, lo dejaste ayer al salir de la clase, pensaba que podía entregártelo personalmente pero soy un poco tímido y no encontraría palabras al estar cerca de ti, así que preferí dejártelo junto con esta cartita que escribí especialmente para ti. Estamos en la misma clase, me siento a unas cuantas bancas detrás, nos hemos visto pero todavía no hemos platicado, casi siempre te veo con tus amigas pero no me atrevo a acercarme, eres la más bonita y espero que no pienses mal de mí pero la verdad e

Los voladores

"No importa que tan alto sea, no importan los obstáculos alrededor, cuando tienes ganas de volar basta mirar hacia el horizonte y descubrirte entre las nubes" Los voladores ó el juego del volador, una tradición mexicana en la que 5 hombres suben a un tronco de 25 a 30 mts de altura desde donde 4 de ellos se lanzan sujetos de los pies girando alrededor del tronco mientras uno de ellos danza en la punta del mismo, tocando un tambor y un flautín, pidiendo la benevolencia de los Dioses para tener buenas lluvias que le devuelvan la fertilidad a la tierra. La foto la he ingresado a un concurso, si quieres votar por ella da clic en el siguiente link y vota. http://www.lohechoenmexico.mx/mximg/mximg_voto.php?O=1&ID=2871 Muchas gracias.