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Mostrando entradas de diciembre, 2011

XXII

Desnuda tus ojos, cobíjame en tu alma tu presencia la invoco, el brillo de tus ojos, un beso en los labios, labios descontrolados de probar los tuyos cuando eterno se hace el momento de probarte cuando las horas pasan sin mirarte. Ingrata esa oscuridad cuando en mis brazos no te siento. Infame el tiempo que me mantiene ausente de tu cuerpo, más no de tu mente. Más la luz que genera nuestro encuentro cuando te veo desnuda entre las sombras que ocasionan un par de velas, desvanece cualquier oscuridad y hace abundar los buenos sentimientos aunque también los malos pensamientos, pero es maldad que aplicaré en tu desnuda piel y que disfrutarás queriendo detener el tiempo. Oscurece en el exterior, siento luz en tu interior, vivo de ti, muero en ti y vuelvo a vivir.

Visitas inesperadas

Medianoche, o tal vez un poco más. El ruido del motor de un auto se apagó justo frente a su casa; él dormitaba, fuera de las cobijas y las sábanas el frío era insoportable, hacía 5 o   6 grados quizá. Escuchó el ruido de la puerta del auto al cerrarse justo antes de que la misma llave del encendido golpeara en repetidas ocasiones la reja de la cochera. Salió de entre las sábanas y se incorporó extrañado, -¿quién podría ser? – se preguntaba mientras abría la ventana. Se apresuró hacia la puerta de entrada, aún con los ojos adormecidos y extrañando el calor que había dejado en la cama salió a abrir la puerta con gustosa ansiedad, su olfato inmediatamente reconoció el perfume, sus labios buscaron los de la inesperada visita antes de decir, “hola”, fue un beso tierno de bienvenida, tomó su mano y la invitó a pasar. La luz de la calle iluminaba ligeramente las habitaciones por lo que no fue necesario encender ninguna luz interior, -qué agradable sorpresa- dijo con ese tono de voz ca

La noche y sus encantos.

Noche, oscuridad en el cielo, bajo el reflejo de la luna en el aire hay deseo, abrazos, caricias, desnudos, el arte de la noche al óleo, pinceladas de orgasmos descuidando un par de senos al acecho de unos labios. Estrellas que bailan en el lago negro, aves que ya no cantan, abundas silencio y oscuridad te siento. Y ella, sus piernas, caderas, hombros, saliva en su cuello, manos en descontrol por el control de su cuerpo que es mío, me ha dicho, que es tuyo confeso. Noche te espero, ansío tener su aliento que embriaga, el perfume entre sus ropas, en sus hombros y su pecho. Aspiro, respiro, lo respiro y lo siento entrando en cavidades mezclándose en la sangre renovando los sentidos. Pasión y noche un delirio, tus besos, tus manos, tu mirada tan oscura como la noche pero llena de brillo. Pasión y noche una locura, condena mía, condena tuya, condena que no se llama destino.