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Mostrando entradas de mayo, 2011

Casi como el primero.

Y ahí estaban los dos, sentados en la misma banca de piedra bajo la luz artificial que iluminaba brevemente la fresca noche, platicaban, reían, rozaban sus hombros de vez en cuando como queriendo insinuar algo más, algo que dejara de lado las palabras e hiciera que sus labios tomaran otro rumbo más que el sólo moverse para hablar. Él, la miraba ocasionalmente buscando una señal, ella, evitaba los encuentros largos de las miradas cruzadas que podían delatar su inquietante deseo, no se trataba de un romance adolescente, ni siquiera de la inexperiencia del primer beso, había algo más. Y los minutos transcurrían, el canto de algunos grillos despistados entre los matorrales rompían con el silencio del lugar, aunque no había silencio entre ellos dos, las palabras simplemente salían amenizando la velada y encantando la compañía. Y fue entonces cuando él dejó de lado los nervios y en un instantáneo movimiento sus brazos levantaron un breve vuelo que aterrizó en los hombros de ella, de

Optimismo

  Se levantó tirando las estrellas,  con azul el rostro se lavó y dibujó una sonrisa limpiando sus ideas. El nuevo amanecer miró y salió a destruir fronteras.

Para ti.

Querida mamá: Quizá mi memoria no sea tan buena para recordarlo, pero mi corazón lo siente y sabe que tus manos estuvieron ahí en mis primeros pasos, como guía, como apoyo, como la seguridad que requería para avanzar sin temor, y así, como en aquel entonces, a pesar de que mis piernas han crecido y mis pasos ahora son firmes, tus manos me siguen sujetando. Quizá mi memoria no lo recuerde tanto, pero sé que las primeras palabras que salieron de mi boca fueron de tu enseñanza, porque me compartías tú inteligencia, entonces tal vez sólo hacía sonidos sin sentido pero que para ti mucho significaban. Ahora que las palabras son parte de mi vida diaria, no habría las suficientes como para poder agradecerte todo lo que aprendí de tu sabiduría basta. Quizá mi memoria no recuerde el momento exacto, pero sé que tu mirada no ha cambiado, me sigues observando como en aquellos tiempos cuando a la escuela me llevabas de la mano, tu mirada es la misma que aquella con la que me viste en la sal