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Mostrando entradas de mayo, 2010

Ladrona de sonrisas.

Sí, tú. Y es que aún no he abierto los ojos por la mañana cuando siento tus brazos rodear mi cuerpo y el dulce aroma de tu cabello se cuela por mi nariz; inevitablemente me haces sonreír.  Porque al abrir los ojos muestras esa mirada de inocencia, tan tuya y tan bella, y tus labios besan mi mejilla y claro es que en ese instante ya me has robado otra sonrisa. Incluso si no estás conmigo; una foto tuya en el monitor de la computadora, un breve mensaje de texto, o escuchar tu voz por el teléfono, motivos suficientes para arrebatarme más sonrisas aún siendo sólo instantes breves. ¿Y qué haces con todas ellas? Soy cómplice de esos hurtos pues cada sonrisa que me quitas es algo que disfruto, ya sea que en mi rostro apenas esté esbozada o bien se trate de una carcajada, seguiré entregándotelas sin discutir, alimenta tu alma, libera la mía; no dejes de sonreír, ladrona de sonrisas, que en toda esa alegría se me va la vida. … y realmente lo disfruto.

Sin pudor.

Sudores combinados. Gota a gota entre tu piel y la mía,   cada poro de tu piel transpira y combinamos en húmeda sincronía. Cuerpos entregados. En un solo ritmo y sin compromiso, entregas con tu cuerpo tu amor que es intenso. Alientos incontrolados. Respiras con cadencia, inhalas mi presencia, exhalas pasión y delicadeza. Orgasmos simultáneos. Sincronía o casualidad, un instante fuera de la realidad. Sin pudor, sin control. Desnudos, entrelazados.  Corazones enamorados ¿Ó? Sólo encuentros apasionados.

X

Tu suspiro rompe con la tranquilidad de la noche, una noche apenas iluminada por la luna creciente. La llama de la vela estaba a punto de consumirse, sin embargo, la restante flama aún jugaba con las caprichosas sombras que nuestros cuerpos reflejaban. Tu respiración se tranquilizó, tu corazón se relajó, lo sentía cerca de mi oído pues en tu pecho mi cabeza descansó. Las copas de vino se habían terminado, tu cuerpo y el mío se habían complementado, no me había percatado que tan cómodo era ese sofá café de la sala, hasta esa noche, noche de vino y de fuego, no sólo de una vela aromática.

Es un largo camino...

Admiro tu rostro, tu sonrisa, tu cuerpo, tu inocencia. Fue larga, muy larga tu ausencia, pero ahora, ahora te tengo cerca. Mi sangre se hela si pierdo el calor de tu cuerpo, la piel se me quiebra si con tu corazón no conecto. Podría sobrevivir a las llamas del infierno, pero saber que en tu alma no me encuentro sería un infame destierro. Quiero acercarme a ti, Inmóvil, ausente, frágil, demente. Posser tu cuerpo, tenerte, pero lo más importante, en tu corazón permanecer perenne. Enterraré los recuerdos pero no me olvidaré de ellos, comenzaré desde cero, es un largo camino pero moriré en el intento, hasta que tú, de mí, te enamores por completo. Fue larga, muy larga tu ausencia, pero ahora que te tengo cerca procuraré que nunca más desaparezcas. Aunque nunca , sea una palabra que suene tan eterna.

Cuestionamientos.

He sentido tus dedos apretar mi mano, he sentido tu cabeza apoyándose en mi pecho, he sentido tus brazos rodear mi cuerpo, pero tu corazón, ese aún no lo siento. No es tu físico lo que me importa, tengo tu cuerpo, tengo tu sonrisa, incluso tengo los besos de tu boca, pero eso no es suficiente si de mi aún no te enamoras.  Y es que a veces me pregunto: ¿Cómo enamorar a una mujer? Un poema por la mañana, una rosa al atardecer, una estrella cuando anochece y un beso que en tus sueños te erizará la piel; no, eso no es suficiente. Honestidad. Sinceridad. Caballerosidad. Fidelidad.   Confianza. Destreza. Ocasionalmente un poco de indiferencia. Y  claro, que tú, mujer, estés dispuesta. Pues de nada sirve la guerra de un solo corazón, esta es una batalla que se disputa entre dos.

Temporada de calor

El sol calienta sin piedad, tu delgada blusa azul permean el ligero aire fresco que apenas se percibe en el ambiente, de tu cuello una gota de sudor se escapa evaporándose en el camino hacia tus senos mientras refrescas tus labios con el dulce sabor de la nieve de coco que acabas de comprar. Tu cabello recogido en una improvisada coleta permite mitigar el calor sobre tu cuello que al verlo indudablemente se me antoja recorrerlo con un pequeño cubo de hielo, y luego tus hombros, tu pecho, el abdomen y ¿por qué no?, si el hielo resiste el calor de tu cuerpo, el recorrido de éste llegará hasta tu sexo, donde se derretirá al instante evaporándose hacia el mismo cielo. Un frío beso con sabor a coco me hace reaccionar; me he quedado imaginando todo eso mientras te observaba; me sonríes, tus gestos me indican que es momento de seguir nuestro recorrido dominical por las calles de la ciudad. ¡Uff! … Este calor realmente hace la mente divagar…

Mamá.

Fuiste la primera en besar mi frente, en tomarme de la mano cuando estas apenas lograban un dedo envolverte. Siempre al pendiente de mi bienestar, siempre cuidándome cuando solía enfermar. Sonriendo en mis triunfos, consolándome en mis fracasos. Apoyado mis decisiones, orientándome en mis falsas emociones. De tu sangre me forje. De tu pecho me alimente. ¿Cómo pagar todo lo que por mí has hecho? Sé que debo ser buen hijo y seguir tu ejemplo, pues no hay una sola estrella que pueda ser más bella que tú, madre mía, que eres única entre ellas. Felicidades a todas las mamás que leén este espacio.

El vestido púrpura.

El salón de baile está repleto, la gente baila sin parar, junto a la barra estas tú. El labial se impregna en la copa que llevas a tu boca, el líquido humedece tus labios y tu mano retira el cabello que se asoma sobre tu hombro. Nuestras miradas se encuentran entre la multitud, sonríes opacando las luces del salón y te acercas a mí. Tus altos tacones moldean tu cadera y enmarcan los pasos de tu sensual caminar. Te observo impaciente, pareciera que en aquel lugar no hay nadie más, el único pensamiento que me envuelve es tomarte de la mano, abrazar tu cintura y contigo bailar. Jamás te había visto en ese vestido, la suave tela coquetea con tu cuerpo en una visión que sólo entre sueños podría imaginar, dos breves tirantes descubren tus hombros, un discreto escote embellece tu pecho, el adecuado corte se desvía en tu cadera para después envolver ese par de sensuales piernas, sólo un poco más abajo de las rodillas, lo suficiente para dejar ver tus bellas pantorrillas. Pero

Etapas

No recuerdo la razón de mi primer sonrisa, quizá fue después de algunos días de nacido, seguramente algo muy simple fue el motivo. Recuerdo la sonrisa que me robó mi primer cochecito, y también esa guitarra de madera que no sólo a mí me hacía sonreír, sino a todos aquellos que escuchaban al niño que suponía cantar como una gran estrella. Sonreí al recibir mi certificado al finalizar la primaria, y como olvidar mi primer beso. Sonreí también al asistir a mi primer tardeada en la secundaria, esa tarde fue aún mayor mi felicidad pues acudí al registro civil para “casarme” con la niña que más me gustaba. Y llegó el bachillerato, y entre muchas alegrías experimenté mi primera vez, no necesito especificar de qué. Inexperto, nervioso y quizá un tanto precoz, pero que más importaba si fue la primera vez. Y sonreí al recibir mi primer salario, mi primer teléfono celular, el título al salir de la universidad, cuando me dieron mi primer sí. Y ahora sonrío cuando me