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Mostrando entradas de abril, 2010

Habitación 425

Me acerqué a la puerta de la habitación, una sensual música se oía al interior. Toqué y respondiste: -Ahora voy, cierra los ojos-. Abriste la puerta y me guiaste. Sonó la puerta cerrándose detrás de mí. -Ya puedes abrirlos- me dijiste. A mis pies, un pequeño sendero hecho con velas encendidas, un breve recorrido que iniciaba en la puerta de la habitación y terminaba a los pies de la cama, una cama que se adornaba con pétalos de rosas que intencionalmente colocaste en forma de corazón. Y sonreíste coquetamente al ver mi sorpresa; las velas iluminaban la habitación, caminamos entre ellas tomados de la mano, te acostaste sobre los pétalos dejando en el aire tu perfume, la bata que cubría tu cuerpo ligeramente se abrió. Y las sombras te abrazaban, como queriéndote devorar, ese encaje púrpura de tu ropa interior se combinaba con el negro de tu cabello y cada línea de tu piel se iluminaba con el breve rojo del incansable fuego, fuego que encendía mi deseo. Observé

Un instante... Una eternidad.

En un segundo tus ojos cafés me capturan en la eternidad de su mirada, en dos el aroma de tu cabello se ha impregnado en mi cuello, en tres ya estás en mi interior y toda mi sangre fluye al ritmo de tu corazón. Un minuto y acaricio tu suave espalda, dos quizá y un suave beso te he de robar, en tres minutos tu aliento probaré, serán cuatro y no te dejaré, sesenta segundos más y la suma de cinco minutos será, pero ese beso en mi alma quedará grabado por la eternidad. Un suspiro me tomará descubrir tu cuerpo, el infinito me llevará conocerlo, pero no es el tiempo lo que importa, es el instante, es el ahora. Estar contigo no es cuestión de horas, besar tus labios, hacerte el amor, eternos momentos que el tiempo nunca devora.

El día en que te marchaste.

Esa fue tu última mirada. Sólo el perfume de tu cuerpo grabado en la sabana. ¿Pero sabes?, algún día se desvanecerá. Las aves interrumpieron su cantar, las hojas de los árboles caían más lento pero siempre se quebraban al final, hojas muertas arrastradas por el viento en una danza que eterna no será. El agua pudiera volverse más fría, el viento soplará más fuerte, la música será melancolía y el infierno se sentirá más caliente. Pero sólo si la nostalgia me logra atrapar. Mis ojos se volvieron mausoleo, quise enterrar mis propios sentimientos, sin embargo el día no será aciago, debo aprender a superarlo. Tu recuerdo será ocasional, y   quizá hasta emocional. ¿Pero sabes?  Mi camino será abundante, desde aquel día, el día en que te marchaste.

IX

Bajaré por la cascada de tu cabello hacia el remolino que se forma en el ombligo de tu cuerpo, descenderé un poco más y el oasis de tu deseo encontraré, nadaré entre el mar de tu placer y en la inmensidad de tus sentimientos naufragaré.

Orgía casual.

Casual es el encuentro  que estremece algo aquí, dentro de mi pecho, eso que llaman corazón y que ahora siente una orgía de sentimientos. Y es que tu boca me aprisiona entre tonos rojos y sabor a moka, y ese dulce perfume que embriaga mis sentidos y entre mis venas escurre. Casual es tu mirada que provoca un daño alegre, algo irreparable en mí se siente cada vez que veo esos intensos ojos alegres, una orgía de emociones, una orgía de sensaciones. Casual resulta tu hablar, casual tu pensamiento, a veces con nostalgia, a veces con sentimiento, pero siempre interesante será saber qué es lo que casualmente llevas dentro. Orgía casual de sensaciones cada vez que leo tus labios y en tu mirada se refleja la silueta tuya, la mía, de ambos. Orgía casual de emociones cuando entre dos cuerpos no hay centímetro que no exprese tentaciones, un entusiasmo que se convierte en deseo al ritmo de las caricias de unos inquietos dedos. Y es que eres tan casual que sorprendes de principio a

El Faro.

Nos sentamos en una banca sobre la terraza de un modesto hotel que se alzaba cinco niveles sobre la arena de la playa, no era de tres o de cinco estrellas, era de miles pues desde ahí el cielo se llenaba de ellas. A la distancia, un viejo faro giraba, testigo en el pasado de muchos encuentros de piratas, ahora vigilante y guía incansable de marineros y enamorados que gustan de pasear a la orilla del mar. Abrí la botella de vino, las copas ansiaban por ser llenadas, y brindamos, primero por ti pues estábamos en la víspera de tu cumpleaños, después por nosotros, por una noche más de mutuo encanto. Y así se consumió el vino rojo, entre risas y la amena plática las estrellas nos vigilaban, el sonido del mar nos arrullaba, y el viejo faro con su rotación de vez en cuando nos iluminaba. Te besé con tanta fuerza que el mismo mar no nos hubiera podido separar,  retiré los delgados tirantes de tu blusa y comencé a besar tus hombros y  tu cuello, estábamos solos en la terraza,

Volaré

Volaré. Entre el cielo de tus ojos y la atmosfera de tus labios. Atravesando las nubes de tu cuerpo y librando la turbulencia que dejan los sentimientos. Volaré. Dentro del fuselaje de tu alma donde siempre encuentro calma. Tu cielo es mi camino, y el aire que respiro. Y sabes bien que a través de las ventanillas de tu ser, siempre observo un nuevo amanecer.

Reencuentro.

Han pasado varios meses desde la última vez que te vi, meses que sembraron dudas e inquietudes en los dos, meses que dejaron preguntas sobre esta relación. El avión llego antes de lo previsto, tomé mi equipaje en la banda número 3 y comencé a caminar hacia la puerta de salida, pasé entre la gente, buscándote, se suponía que estarías ahí, sin embargo, no te vi. Pasaron unos minutos, me distraía observando a los que llegaban, a los que se iban, abrazos de felicidad y otros de despedida; fue entonces y sin darme cuenta  que apareciste justo detrás de mí. Un dudoso abrazo unió por unos segundos nuestros cuerpos que se complementaron con un tímido beso que sólo encontró nuestras mejillas, sin embargo, ahí estaba tu sonrisa, que sin dudar me dio la bienvenida. Tus bellos ojos se adornaban con un ligero maquillaje, el perfecto delineado resaltaba su obscuro color café, tus labios lucían brillantes detrás de un modesto color rosa que embellecía aún más esa ya mencionada sonrisa

¿Y tú, cómo lo haces?

Entré a la habitación, la noche era fría, el café sobre el buró había dejado de exhalar su aromático humo, entonces miré hacia la cama y la vi, la luz del televisor iluminaba su frágil cuerpo en espera de ser abordada por mis manos. Me acerqué, la tomé sin pensarlo y la llevé hacia el escritorio donde mis dedos empezaron a jugar con el abecedario de su cuerpo, fue ahí, de frente a mí, donde empezó el juego entre los dos. La cargué nuevamente y la dejé en la cama, me acosté a su lado únicamente para admirar cada espacio, cada punto, y perder en ella mi mirada. Me senté recargándome cómodamente en una almohada mientras su caliente cuerpo se posaba sobre mi regazo, para la noche que era fría esa posición me favorecía, el calor de su cuerpo me reconfortaba mientras mi mente, mi vista y mi tacto, se deleitaban. Y fue así como terminé, un suspiro al final y todos mis sentimientos fueron depositados en su interior donde quedarán almacenados por mucho tiempo en su memoria,