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Mostrando entradas de 2013

De vestidos y visiones.

Levanté la mirada y te vi, asombrosa, delicada y elegante, con una copa que parecía vino blanco en tu mano. Perdí la noción del tiempo mientras te observaba, pasaron no lo sé, quizá unos segundos, minutos tal vez cuando por fin reaccioné, entonces suspiré y caminé hacia ti abriéndome paso entre la gente, un salón repleto, gente brindando, bailando, el motivo por el que estábamos ahí no lo recordaba, en mi sólo existía una celebración y eso era tu belleza. Era rosa, no un rosa fuerte sino un rosa tenue que combinaba muy bien con el color de tu piel. Enmarcaba tus caderas y caía perfectamente por todo el largo de tus divinas piernas, descubría tus hombros dejando ver el esplendor de todo tu cuello, de ahí que se me antojara tanto morderlo. No recordaba haber visto ese vestido aunque si recordaba haber visto esa incomparable espalda enmarcada por un escote que se cerraba justo arriba de donde terminaba; repito, terminaba la espalda, vaya curva que después de ella se formaba. Te tomé d

Tu piel

He soñado con su color y su inmejorable aroma. He soñado con estremecerla a mi tacto y escuchar en cada uno de sus poros su transpiración. He soñado con probarla. Tu piel. Pero qué más da soñarla si despierto y puedo tocarla. Más aun, con todo y todo, deseo seguir soñándola.

El cuerpo

Se estremeció con ese cuerpo que sin tocar ha tocado,  que sin verlo ha visto  y que sin pensar ha pensado. Es un deseo tal vez, un capricho quizá,  pero es un cuerpo real, que existe  y que sin embargo sólo tiene en su imaginario.

Cortos I

Y me adentré en el oscuro color de sus ojos como la noche, en ese brillo tan casual de los mismos como la luna,  sólo para enamorarme de ti, dama oculta.

Ojos bien abiertos.

Los tenía frente a mí, no precisamente me pertenecían sin embargo estaban a mi alcance para poseerlos, me refiero a sus labios. El viento soplaba suave, las miradas se concentraban en objetos, a veces en nuestros propios ojos y otras más en la saliva que humectaba esa zona que tanto deseaba besar. Entonces hubo una señal, debía tomar la oportunidad, tomó mi mano en una acción impertinente pero llena de emotividad, supe que era el momento, su rostro estaba a centímetros del mío, sentía su cálido aliento recorrer mi frío rostro, sublime perfume de deseo que inevitablemente me llamaba al encuentro de un ansiado beso. Entonces sucedió. Cerré los ojos (y ese fue mi error) me acerqué a ciegas guiado únicamente por un impulso pensando que en pocos segundos encontraría sus labios con los míos y nos fundiríamos en un beso que nunca olvidaríamos, pero no fue así. Mi nariz chocó con la suya provocando el repentino alejamiento de mi acompañante, de inmediato abrí los ojos y sentí como

El regreso.

Llueve. La intensidad de la lluvia rompe el silencio de la noche, gota tras gota sobre el asfalto, el césped, las plantas, las tejas, las ventanas, parece un interminable concierto que incluso lleva algún ritmo; él observa a través de la ventana, toma un trago de su amargo café al tiempo en que desvía su mirada a la hoja de texto aún en blanco del procesador abierto en el sistema operativo de su computadora, su mirada se pierde un instante, coloca la taza en la mesa de centro y sitúa sus dedos en el teclado que de inmediato comienza a sentir el golpeteo constante de sus teclas, el documento poco a poco llena los espacios vacíos con caracteres que forman palabras, enunciados y quizá hasta una nueva historia. El regreso suena casi como la segunda parte de alguna película de acción, le pareció un título sólido para un regreso específicamente a unas letras olvidadas; por falta de tiempo, por obligaciones, por cansancio o por lo que sea que en realidad lo que sea no es justificante p