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Mostrando entradas de agosto, 2013

Ojos bien abiertos.

Los tenía frente a mí, no precisamente me pertenecían sin embargo estaban a mi alcance para poseerlos, me refiero a sus labios. El viento soplaba suave, las miradas se concentraban en objetos, a veces en nuestros propios ojos y otras más en la saliva que humectaba esa zona que tanto deseaba besar. Entonces hubo una señal, debía tomar la oportunidad, tomó mi mano en una acción impertinente pero llena de emotividad, supe que era el momento, su rostro estaba a centímetros del mío, sentía su cálido aliento recorrer mi frío rostro, sublime perfume de deseo que inevitablemente me llamaba al encuentro de un ansiado beso. Entonces sucedió. Cerré los ojos (y ese fue mi error) me acerqué a ciegas guiado únicamente por un impulso pensando que en pocos segundos encontraría sus labios con los míos y nos fundiríamos en un beso que nunca olvidaríamos, pero no fue así. Mi nariz chocó con la suya provocando el repentino alejamiento de mi acompañante, de inmediato abrí los ojos y sentí como