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Mostrando entradas de julio, 2011

Arenita, el pez besucón.

Arenita era un pez, una hermosa especie de río que gustaba de danzar contra corriente, sus brillosas escamas soltaban chispas por donde quiera que nadara, se movía con la gracia de una bailarina, como ningún otro pez. El estanque era pequeño, el deshielo de las montañas lo alimentaban, ahí también vivía Él, ni siquiera tenía un nombre, parecía serio, reservado, en realidad todos lo conocían como el bichito raro. Sí, era un simple bicho, uno de esos que suele posar sus patas sobre el agua y quedarse inmóvil, simplemente flotando, dejándose llevar por la corriente. Fue un casual día para ambos, el bichito flotaba en la superficie mientras arenita buscaba el almuerzo, de repente lo vio desde el fondo, sus bellos ojos brillaron y de inmediato nadó hacia la superficie para atraparlo. De alguna milagrosa manera el bichito brincó sobre el agua logrando escapar de Arenita que parecía decidida a atraparlo; una vez a salvo sobre una frágil hoja, el extraño bicho la observó a través del a

Eres inalcanzable.

Te observo mientras sonríes porque estás como en la nubes, y te siento allá lejana, como flotando en la inocencia de la vida en la que vuelas sin mirar aquí a la tierra donde yo, te escribo poemas. Y me veo en tu mirada como un peón de tus deseos, siendo estos los que quiero tocar con tanto anhelo. Pero te vuelves inalcanzable y te admiro por serlo, pues despiertas más deseo en mi corazón que como forastero se dibuja a escondidas de tu alma impenetrable. Te observo pensativa y la mirada se me nubla de saber que bajo ese largo cabello que se mezcla con el bronce de tu piel, se producen mil ideas que moriría por conocer, pues quisiera pensar que en tu mente mis ojos están, o que al menos se han cruzado con los tuyos de azul cristal. Y te admiro a la distancia que es corta pero también es larga. Y te sueño entre figuras que asemejan a las estrellas, que ninguna de ellas resulta más be

De las cosas que se valoran.

Aquella tarde la recuerdo, nuestras manos se juntaron e inevitablemente nuestros labios también lo hicieron, había dudas y también algunos nervios, esa frágil línea de amistad se podía quebrantar y no sabríamos si estábamos preparados para eso, sin embargo, había sinceridad en aquellas temerosas sonrisas y a pesar de que aquel fuera un inolvidable primer y único beso, se forjó en nosotros un sentimiento que iría más allá de una simple amistad, que iría más allá de un estrecho cariño, que no sería pasión de amantes ni amor de enamorados, era algo que quizá con palabras sería muy difícil de explicar y que sólo sucede cuando de sonrisas nos llenamos. Me ha sido fácil llorar en tus hombros porque sabía que me conocías y me comprenderías, me ha sido difícil darte un consejo pues siempre he querido que este sea bueno, me ha sido cómodo escucharte, contarte, platicarte, orientarte, y aunque no estés aquí, aunque tu mirada sólo la disfrute   ocasionalmente, me ha sido sencillo mirarte a l