Ir al contenido principal

El regreso.

Llueve.

La intensidad de la lluvia rompe el silencio de la noche, gota tras gota sobre el asfalto, el césped, las plantas, las tejas, las ventanas, parece un interminable concierto que incluso lleva algún ritmo; él observa a través de la ventana, toma un trago de su amargo café al tiempo en que desvía su mirada a la hoja de texto aún en blanco del procesador abierto en el sistema operativo de su computadora, su mirada se pierde un instante, coloca la taza en la mesa de centro y sitúa sus dedos en el teclado que de inmediato comienza a sentir el golpeteo constante de sus teclas, el documento poco a poco llena los espacios vacíos con caracteres que forman palabras, enunciados y quizá hasta una nueva historia.
El regreso suena casi como la segunda parte de alguna película de acción, le pareció un título sólido para un regreso específicamente a unas letras olvidadas; por falta de tiempo, por obligaciones, por cansancio o por lo que sea que en realidad lo que sea no es justificante para alejarse tanto tiempo de algo que sintió como una pasión, escribir. Tomó otro trago de café.

Su historia tomaba forma, no había personajes, hablaba de sí mismo, volvía al principio una y otra vez, completaba la última frase con alguna otra y cerraba el ciclo, borraba un par de líneas y volvía a escribir. Se levantó, se sirvió más café. Recordó un tiempo, aquel en que su soledad era acompañada precisamente por esas letras ahora ausentes y sonrió, sonrió porque sabía bien que la inspiración no había muerto y que ahora esa soledad ya no existía más. Miró hacia el pasillo, la luz de la habitación estaba encendida, alguien lo esperaba en la cama y entonces sonrió más, aquellas letras que durante tiempo acompañaron su soledad hoy desean regresar pero ahora compartidas y eso es motivo de una gran felicidad.

Suspiró, escribió un párrafo completo sin titubear, al terminar lo leyó dejándolo tal y como se le ocurrió. Guardó el documento compuesto por dos hojas, apagó la computadora, se sintió satisfecho, estaba de regreso, él, sus letras, su pasión. Tomó el último trago de café y caminó hacia la habitación en busca de una sola cosa, ahí sobre la cama sabía que la encontraría; su inspiración.
.

Comentarios

la MaLquEridA ha dicho que…
¡Feliz regreso! Un gusto leerte de nuevo.

:)

Un abrazo
almita ha dicho que…
Y regreso a saborear tus palabras... hermoso como siempre, te leo pronto. 826!
aristio ha dicho que…
Hola: Osea estas de retorno, otros van llegando como yo. Muy bonitas tus historias y la forma como describes, casi casi se ven las cosas. Saludos.
Munani ha dicho que…
Qué tal regreso :) Se te extrañaba, te leo desde cuando la soledad te inspiraba, parece que como tú dices, otra es ahora la inspiración. Un abrazo!
Mariposa Errante... ha dicho que…
Un placer enorme volverte a leer.

Besos...
Alexander Strauffon ha dicho que…
Mejor entorno de inspiración.

Entradas populares de este blog

Así fue ...

Así fue como conocí… Tus labios. Fue un suspiro que se alejó de tu cuerpo para acercarse a mi oído, que provocó un beso robado que ni lo fue tanto por tu nerviosa complicidad, fue en una sonrisa que al mínimo detalle dejaba ver la inocencia de una mujer con ganas de vivir. Y después, después tu mirada. Qué tan noche pudo ser en realidad no importaba pues la luz que tus oscuros ojos emanaban era aún más fuerte que la de cualquier astro que con propia luz se iluminara. Cruzaste conmigo tu mirada sólo para descubrir secretamente que para entonces ya me amabas. Entonces descubrí tu cuerpo. Escultura que se tiende horizontal sobre mis sueños, tan desnudo como musa, tan deseado como el pecado que castigamos, tan seductor que sonrojas al más fino de los amantes, tan tuyo y en aquel instante tan mío que no perdí el instante de tocarlo con mis besos y guardarlo en mi pensamiento. Al momento, hacer el amor se volvió en demanda una tarea tan amena como cotidiana. Y la pasión y

Eres inalcanzable.

Te observo mientras sonríes porque estás como en la nubes, y te siento allá lejana, como flotando en la inocencia de la vida en la que vuelas sin mirar aquí a la tierra donde yo, te escribo poemas. Y me veo en tu mirada como un peón de tus deseos, siendo estos los que quiero tocar con tanto anhelo. Pero te vuelves inalcanzable y te admiro por serlo, pues despiertas más deseo en mi corazón que como forastero se dibuja a escondidas de tu alma impenetrable. Te observo pensativa y la mirada se me nubla de saber que bajo ese largo cabello que se mezcla con el bronce de tu piel, se producen mil ideas que moriría por conocer, pues quisiera pensar que en tu mente mis ojos están, o que al menos se han cruzado con los tuyos de azul cristal. Y te admiro a la distancia que es corta pero también es larga. Y te sueño entre figuras que asemejan a las estrellas, que ninguna de ellas resulta más be

Comenzó.

La quietud de la noche contrastaba con el acelerado ritmo de mi corazón, mis manos sudaban pero tú no lo notabas. Ahí nos encontrábamos los dos, sentados en una rústica banca de piedra hablando de ti, hablando de mí, hablando de nada. Parecía obvio pero no lo era, que esa noche quería robarte un beso y ese era el momento.  De repente un silencio, un oportuno silencio, mis ojos se cruzaron con los tuyos y entonces viste la intención, dudaste pero no lo suficiente. El primer intento fue con nervios y no se concretó, el segundo fue con más decisión y entonces lo aceptaste, tus labios tocaron los míos en un beso que más que gusto causaba un extraño sentimiento, tú mi amiga, yo tu amigo pero al final de ese día, al final de esa cita sucedió. Lo comprendo, fue algo tenso y ese no fue precisamente uno de mis mejores besos pero así fue como todo comenzó. Una artista y un café, ese fue el pretexto para escaparnos los dos, un pretexto que terminó con un beso, un beso q