Dicen que en aquel callejón, entre la calle 2 norte y la de Palafox, durante estas noches en las que la luna se tiñe de rojo, una extraña mujer aparece caminando sobre el empedrado, paseándose bajo las tenues luces de los faroles, dejando a su paso una débil neblina que poco a poco lo cubre durante toda la noche.
Su vestimenta es negra, el vestido envuelve su cuello, sus brazos, sus piernas e incluso sus pies, si es que los tuviera, nadie ha visto su rostro, un oscuro velo siempre lo cubre y cuentan que aquel que se atreva a ver los ojos bajo el velo, se evaporará como la neblina quedando atrapado en su negro corazón pues la leyenda dice que es una mujer en la eterna búsqueda del caballero que habrá de desposarla, si eres el indicado, y eso sólo ella lo sabrá, te llenará de riquezas inimaginables pero si no lo eres desaparecerás de inmediato.
-¡Bah! Tonterías sin sentido dicen ustedes, creo que han bebido demasiado, es buena hora para retirarme.-
- Espera Julián, recuerda lo que te hemos dicho y no cruces por el callejón, no desafíes nuestras palabras que son pura verdad.-
Julián quien estaba de visita en esa ciudad, salió del bar caminando rumbo al hostal donde dormiría esa noche. La lámina incrustada sobre la pared en la casona de la esquina decía: “Antiguo callejón de Reforma”; observó el empedrado callejón y decidió cruzarlo para evitar una vuelta más grande sobre la calle 2.
A tan sólo unos metros una extraña neblina comenzó a rodearlo, apresuró su paso pero al voltear la vista hacia la calle, sobre el tercer farol vio una extraña y oscura figura. Quiso correr pero sus piernas perdieron fuerza y cuando intentó regresar ella estaba justo frente a él. Estaba inmóvil, incrédulo, paralizado, un frío aire recorrió su cuerpo y sus manos comenzaron a moverse en contra de su voluntad, se dirigían al oscuro velo que cubría el rostro de aquella fantasmal mujer. No podía evitarlo, sus brazos y manos eran controlados por una sensación que los llevaba ajenos a la fuerza de gravedad, entonces tomó en cada una las puntas del velo y empezó a levantarlo con suavidad. Su piel era blanca casi perfecta, sus labios completamente rojos, llenos de un brillo que se antojaba y su nariz era pequeña, como moldeada por un artista, lo que veía era espectralmente hermoso, lo único que faltaba por descubrir eran sus ojos, aquella inexplorada y tan temida mirada.
La neblina se disipó, los faroles brillaron nuevamente y la luna poco a poco dio paso a la luz del sol. Julián nunca llegó al hostal, tampoco regresó a aquel bar. Sobre el callejón a la mañana siguiente se encontró una rosa negra sobre la banqueta, al parecer él no fue llenado de riquezas y por el contrario su infortunada suerte fue haber mirado esos ojos malditos que seguirán cubiertos por el oscuro velo de aquella belleza vestida de negro.
Su vestimenta es negra, el vestido envuelve su cuello, sus brazos, sus piernas e incluso sus pies, si es que los tuviera, nadie ha visto su rostro, un oscuro velo siempre lo cubre y cuentan que aquel que se atreva a ver los ojos bajo el velo, se evaporará como la neblina quedando atrapado en su negro corazón pues la leyenda dice que es una mujer en la eterna búsqueda del caballero que habrá de desposarla, si eres el indicado, y eso sólo ella lo sabrá, te llenará de riquezas inimaginables pero si no lo eres desaparecerás de inmediato.
-¡Bah! Tonterías sin sentido dicen ustedes, creo que han bebido demasiado, es buena hora para retirarme.-
- Espera Julián, recuerda lo que te hemos dicho y no cruces por el callejón, no desafíes nuestras palabras que son pura verdad.-
Julián quien estaba de visita en esa ciudad, salió del bar caminando rumbo al hostal donde dormiría esa noche. La lámina incrustada sobre la pared en la casona de la esquina decía: “Antiguo callejón de Reforma”; observó el empedrado callejón y decidió cruzarlo para evitar una vuelta más grande sobre la calle 2.
A tan sólo unos metros una extraña neblina comenzó a rodearlo, apresuró su paso pero al voltear la vista hacia la calle, sobre el tercer farol vio una extraña y oscura figura. Quiso correr pero sus piernas perdieron fuerza y cuando intentó regresar ella estaba justo frente a él. Estaba inmóvil, incrédulo, paralizado, un frío aire recorrió su cuerpo y sus manos comenzaron a moverse en contra de su voluntad, se dirigían al oscuro velo que cubría el rostro de aquella fantasmal mujer. No podía evitarlo, sus brazos y manos eran controlados por una sensación que los llevaba ajenos a la fuerza de gravedad, entonces tomó en cada una las puntas del velo y empezó a levantarlo con suavidad. Su piel era blanca casi perfecta, sus labios completamente rojos, llenos de un brillo que se antojaba y su nariz era pequeña, como moldeada por un artista, lo que veía era espectralmente hermoso, lo único que faltaba por descubrir eran sus ojos, aquella inexplorada y tan temida mirada.
La neblina se disipó, los faroles brillaron nuevamente y la luna poco a poco dio paso a la luz del sol. Julián nunca llegó al hostal, tampoco regresó a aquel bar. Sobre el callejón a la mañana siguiente se encontró una rosa negra sobre la banqueta, al parecer él no fue llenado de riquezas y por el contrario su infortunada suerte fue haber mirado esos ojos malditos que seguirán cubiertos por el oscuro velo de aquella belleza vestida de negro.
Texto publicado originalmente para Desmenuzadores.
Comentarios
mejor no andar por la noche tan solita
:*
Besos.
Bonito, te quedas con algunas preguntas.
Por cierto ls Bruja Bonita* recuerda aquella entrada que hiciste para ella justo hace un año...
Besos.
Saludooos!!
XD
Beso.
Pobre de Julian...