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Blu, la pequeña caracol



Blu dejó atrás aquella hoja seca que utilizaba como su hogar, vagaba lenta, sin rumbo, estaba aburrida, desmotivada. La pequeña caracol recorría caminos, praderas, trepaba flores, se ocultaba bajo las piedras o se metía en su pequeño caparazón, Blu quería un cambio, una sorpresa, no sabía con precisión qué sin embargo no desistía, sabía que algún día algo sucedería.

Aquella noche se encontraba en un campo de girasoles, algunas hormigas la rodeaban, observaba los largos tallos que finalizaban en hermosos pétalos amarillos y al fondo en el cielo un infinito mar de estrellas enmarcaban el paisaje. Decidió verlas más de cerca y subió uno de los tallos.

Se acostó sobre el suave polen de la flor, el perfume que emanaba la adormecía mientras contemplaba el infinito cielo lleno de estrellas. La tranquilidad del lugar la abrumó y cayó en un profundo sueño.

Entonces la pequeña caracol voló:
De su caparazón emergían dos grandes alas que se agitaban con fuerza y planeaban con el viento, se alejó del campo de girasoles, voló por encima de pastizales, muy cerca de las nubes, desde arriba observó la orilla del mar y atravesó grandes lagos y ríos sin siquiera mojarse. Su velocidad era increíble, se sentía libre volando y el infinito a su alrededor era en su sueño fácilmente alcanzable.

Despertó con el zumbido de una abeja que se preparaba para recolectar el polen de la flor donde descansaba, el abrupto despertar la hizo rodar hasta caer de la flor, el golpe en la tierra húmeda fue duro pero su caparazón resistió. Una vez recuperada del impacto notó que todo había sido un sueño, que no tenía alas y en realidad nunca había volado.
Pero también notó algo más.

Se percató que había recorrido un largo camino, sin pensarlo, su lento andar la había llevado hasta ese hermoso lugar donde los rayos del sol se colaban por las pequeñas rendijas de miles de pétalos que jugueteaban con el viento, que había pasado por caminos que no conocía, que había sentido la radiante frescura de muchos amaneceres y las frialdad de muchas otras noches, se dio cuenta que todo lo que le rodeaba era nuevo y que más allá aún había mucho más. Notó que a pesar de su lento andar su paso era firme y que en realidad no necesitaba de volar, su perseverancia y paciencia eran sus mejores compañeras y se maravillaba con cada piedra lisa que encontraba, con cada planta nueva que conocía, con cada animal desconocido, con cada flor, con cada atardecer y cada rayo de luz al amanecer.

Blu sacudió su pesado caparazón, miro hasta donde le permitió la espesura de los verdes tallos a su alrededor y comenzó a andar sin rumbo fijo, en absoluta libertad, dejando a su paso un rastro de satisfacción. Se sorprendería de lo nuevo, miraría hacia atrás sólo para atraer recuerdos, su nueva vida estaba frente a ella, no podía volar pero el significado de su sueño le dio lo que deseaba, aventura y libertad.

Comentarios

La Blu ha dicho que…
Gracias. Me dejas sin palabras y con un llanto desbordado de felicidad.
La Chocorrola ha dicho que…
¡Qué bonito, Antonio!

Ü
almita ha dicho que…
Sin duda hermoso, aunque es dedicadísimo a alguien, me identifiqué con él, a veces no notamos el gran recorrido que hemos avanzado en la vida, en un trayecto, etc., hoy con tu cuentito hago recuento y experimento una inmensa alegría pues después de cainar y caminar encuentro libertad, amor, felicidad.
Una soñadora ha dicho que…
Es tan bonito!!!

No dudo que somos muchos los que nos sentiremos identificados.

Lo he visto mientras lo leia.Como me gustaria ilustrarlo

Un abrazo
Moka Hammeken ha dicho que…
Ohoo que bella Blu... Que lindo

Saludos.
indianala ha dicho que…
Hermoso! A veces me siento así, cuando encuentro un lugar como este.
Gracias por el mágico momento.
Te sigo.
la MaLquEridA ha dicho que…
¡Ahhhhhh que bonito cuento de Blu!
Mayte ha dicho que…
Que delicia de historia, me ha encantado!!!

Besos.

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