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Sin solicitud



No te pedí que llegaras, no, no te lo pedí; y lo hiciste, te colaste como luz por las ventanas en un amanecer de domingo justo cuando no quieres salir de la cama, invadiste ese espacio, mi espacio, te acurrucaste en mi mente y comenzaste a conquistar cada uno de mis sentidos, para conocerme y para dejarte conocer; no te lo pedí sin embargo te acomodaste cerquita del corazón, contabas los latidos y el flujo de la sangre, cada segundo, cada minuto y entonces empezabas a descifrar mis debilidades.

No, no te pedí que te quedarás y sin embargo así fue, en mi cabeza la imagen de esa mirada me da vueltas, las mismas vueltas que da tu cabello alborotado al caer sobre tus hombros, las mismas vueltas que da tu piel al contorno de tus caderas. Así fue como entraste en mis sueños, son breves segundos, pero te apareces justo antes del sonido de la constante alarma matinal, maldita alarma, benditos sueños.

No te pedí que llegaras, mucho menos que te quedaras, pero lo hiciste y ahora formas parte de un diario que ocasiona encantos y desencantos, así como la vida misma. Te tengo en la mirada, te tengo en los labios, te tengo en cada vello que se eriza, te tengo en el deseo y en la sonrisa.

No te pedí que llegaras, pero ahora que lo hiciste estaré al pendiente de no perderte, porque no soportaría que te vayas.

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Ojos ha dicho que…
Entonces no puede ser otra cosa que un regalo del universo. Universo para dos...

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