… Mis labios ya habían comenzado a saborear tu piel, tu cuerpo comenzaba a estremecerse al ritmo de nuestras sombras que se reflejaban juntas en la pared, un breve y refrescante viento entraba por la ventana, acompañado de una brisa nocturna apenas perceptible, lo suficiente para humedecer tu cuerpo que era consumido por mis besos. En ese momento desaparecen los cuestionamientos… La mente vuela, el cuerpo siente, la sangre hierve. Tu respiración agitada me indica que es el momento indicado para liberar toda la pasión, tus músculos se tensan y en un instante la mente se pierde en un infinito. ... Reaccionas. Tu respiración se ha tranquilizado, me recuesto a tu lado mientras te abrazo, y tú, tú dibujas en tu rostro una sonrisa que aún no he olvidado.