6 de enero, 7:30 am.
Se escuchan unos pequeño pasos al bajar de la cama y correr hacia la puerta, con impaciencia abre su recamara y toca (que decencia) nuestra puerta. Al abrir las primeras palabras que sale de su boca son: –¡Hay que ver si dejaron algo!-
Así que sin más bajamos de inmediato las escaleras para ver bajo el árbol de navidad. Su sonrisa fue inminente, la ilusión en su rostro llenó mis ojos de lágrimas, tomó la primera caja con emoción, encontró una más y la observó por todas partes, se sentó con ambas cajas en la escalera como para cerciorarse de que lo que tocaban sus pequeñas manos era real, nos mostró los regalos y de inmediato las ansias por abrir las cajas y comenzar a jugar con el contenido, no importaba el frío, no importaba la saliva endurecida en sus pequeños labios, no importaba el cabello enredado y la marca de la almohada, lo único que importaba era que finalmente los Reyes Magos habían llegado.
Hace tiempo que estuve ahí, recuerdo haber recorrido el pasillo de mi casa desde mi habitación hasta la sala para ver que habían dejado bajo el árbol, la emoción era indescriptible pero ahora que me toca estar del otro lado la vida tiene un significado diferente y la ilusión se comparte, la emoción se siente, esa pequeña sonrisa es invaluable y hace que todo, absolutamente todo valga la pena.
Se escuchan unos pequeño pasos al bajar de la cama y correr hacia la puerta, con impaciencia abre su recamara y toca (que decencia) nuestra puerta. Al abrir las primeras palabras que sale de su boca son: –¡Hay que ver si dejaron algo!-
Así que sin más bajamos de inmediato las escaleras para ver bajo el árbol de navidad. Su sonrisa fue inminente, la ilusión en su rostro llenó mis ojos de lágrimas, tomó la primera caja con emoción, encontró una más y la observó por todas partes, se sentó con ambas cajas en la escalera como para cerciorarse de que lo que tocaban sus pequeñas manos era real, nos mostró los regalos y de inmediato las ansias por abrir las cajas y comenzar a jugar con el contenido, no importaba el frío, no importaba la saliva endurecida en sus pequeños labios, no importaba el cabello enredado y la marca de la almohada, lo único que importaba era que finalmente los Reyes Magos habían llegado.
Hace tiempo que estuve ahí, recuerdo haber recorrido el pasillo de mi casa desde mi habitación hasta la sala para ver que habían dejado bajo el árbol, la emoción era indescriptible pero ahora que me toca estar del otro lado la vida tiene un significado diferente y la ilusión se comparte, la emoción se siente, esa pequeña sonrisa es invaluable y hace que todo, absolutamente todo valga la pena.
Comentarios
Quería, queríamos un año que, de verdad, fuera nuevo, un año donde vivir con las ventanas abiertas y la esperanza como felpudo de bienvenida a los pies de nuestros sueños pero las cosas no han sucedido como esperábamos. Aun así no deseo renunciar a la magia de unos instantes desde los que brindar con vosotros, desde los que buscar una luz que enhebre un deseo propio con un sueño vuestro, no deseo renunciar a que, entre todos, seamos el agua que arrastra la incertidumbre del eclipse y nos permita compartir la luz tenue de la lunna.
Felices Dias.
Besos.
Lunna.