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Tonos grises

La imagen era en tonos grises, sus ojos parecían seguirlo a donde quiera que él se movía, su cabello lucía mojado, deseaba enredar sus dedos en tal espesura y quedarse atorado ahí para poder acercarla hacia él y robarle un beso de esos labios que se observaban llenos de ansiedad. Pero era sólo una imagen en tonos grises que a pesar de su falta de color denotaba un erotismo inquietante que a él le erizaba la piel cada vez que la veía. 

La imagen perfecta, sin color, sin aroma, sin textura, pero sí con un sinfín de sensaciones que le provocaban cada vez que la observaba, una marea de pensamientos inundaban su mente y su cuerpo lo reflejaba. Suspiros, excitación, deleite, angustia, nostalgia, deseo. 

Una imagen, tonos grises, el escape de su realidad, el suspiro a su cotidianeidad, el respiro que su cuerpo necesitaba; una imagen, ella, tonos grises, él ponía el color, él solo y su imagen, un diario que con la notificación de la llegada de la siguiente imagen se modificaba.

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