Al final del pasillo lograba apreciar
una hermosa silueta apenas dibujada por una breve luz intermitente
que parecía provenir de una vela a punto de terminarse, mis ojos no
lograban acostumbrarse a tal oscuridad aunque mi olfato si percibía
un perfume muy familiar, ese tipo de aroma que se conserva en el
interminable mundo de recuerdos y sensaciones personales.
Avancé despacio tocando las paredes
abriéndome camino entre las sombras, a medida que me acercaba el
perfume se impregnaba más en mis emociones, algo que definitivamente
ya había vivido y que al momento me provocaba un inquietante
escalofrío. Un par de metros era lo que me separaba de tu sombra, a
medida que mis ojos se acostumbraban al velo de la noche podía
distiguir tu largo cabello alborotado hasta la altura de tu espalda,
lo pronunciado de la curva en tus caderas y la intoxicante figura de
tus piernas.
-Hola.- Me dijiste suspirando y
estiraste tu brazo para tomar mi mano derecha y acercarme a tí, la
colocaste sobre tu pecho, percibí el acelerado latir de tu corazón,
el sube y baja de tu respiración así como el bordado de tu
sujetador que dejaba la mitad de tu seno a merced de mi tacto.
-Hola.- Contesté mientras comenzabas a
deslizar mis dedos por encima del tejido que cubría tus pezones,
respiraste profundo y exhalaste cuando mi mano se encontró al otro
lado del brasier; tu piel se sofocaba en un calor que parecía
irremediable mas allá de lo que pudiera apagar con el flujo de mis
labios cuando estos comenzaran a besarte; convertiste tu mano en mi
guía a través de tu cintura, la deslizaste sin tropiezos hacia el
borde de tu pantaleta, entre el encaje y tu piel acaricié el
contorno de tus caderas llenando de vicios mi cerebro que ya de por
sí pensaba sólo en ti.
Entonces me besaste con una locura vil
que estremeció todos mis sentidos, te apreté hacía mi e
intempestivamente en un impulso lleno de ansiedad te llevé de
espaldas contra la pared del pasillo, la gastada luz que apenas nos
iluminaba se desvaneció por completo dejándo nuestros cuerpos que
comenzaban a desnudarse en su totalidad enmedio de la oscuridad que
únicamente se rompía con el brillo de tus ojos cada vez que
lograbas parpadear después de algún jadeo...
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