Con el desorden acostumbrado entramos al salón, Martha entró antes que yo y vio la nota y el lápiz en su lugar, pasé a su lado mirando de reojo como desdoblaba con cierta rapidez e intriga el papel donde escribí la carta, me senté en mi butaca sin despegar mi mirada de ella.
La maestra entró al salón dando indicaciones aunque no presté atención; Martha parecía no reaccionar, su mirada estaba fija sobre la cartita, pero no tenía ninguna reacción. La maestra ordenó que abriéramos los libros de geografía en la página 48, en ese instante Martha dobló la hoja y la guardó en su mochila al tiempo que sacaba el libro de geografía; no volteó, no hizo ningún intento por buscarme, simplemente atendió a la clase.
Con los ánimos en el suelo veía como pasaban los minutos, la maestra hablaba, las páginas de los libros avanzaban, aquella carta no había tenido ningún sentido y las preguntas daban vueltas en mi cabeza cuestionándome una y otra vez, en que había fallado.
Martha salió al receso sin la compañía de sus amigas, no pude evitar ver como se alejaba sin siquiera voltear a mirarme; salí sin ánimos del salón, caminé con mi lunch hacia el gran árbol que se encontraba al fondo del campo de futbol y me senté dando la espalda a la escuela, no quería que nadie me molestara; y entonces, sucedió.
Escuche unos pasos acercarse detrás de mí, volteé lentamente tratando de ocultar mi tristeza, el sol me deslumbró por un instante pero alcance a verla, ¡era ella!; Martha se acercó tranquilamente y se recargó en el viejo tronco del gran árbol, junto a mí.
-Hola Pepe-
-Hola- respondí con cierto temblor en mi voz y no supe que más decir.
-Me gustan las uvas, y el color morado, y el agua de horchata de la cafetería es mi favorita.-
Al terminar su frase se acercó a mi mejilla y me dio un beso.
-Gracias por devolverme mi lápiz, pensé que lo había perdido-
En ese instante Martha dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso a los salones de clase, no supe que hacer, no pude decir nada más, aunque en realidad no tenía nada que decir, esos fueron los minutos, quizá segundos más intensos que jamás había vivido y mi felicidad era incomparable.
El timbre sonó indicando que era tiempo de regresar al salón de clases, crucé el campo de futbol corriendo y dando brincos de alegría, me apresuré a entrar al salón y pasé junto a ella intercambiando miradas y sonrisas.
La maestra entró dando gritos como era su costumbre, la clase de español estaba por comenzar.
Comentarios
UN saludito
Bendito lapiz...
Agradables lineas...
Besos.
Un abrazo.
que bueno que los dos apovecharon la oportunidad ;)
saludos!!
Me ha gustado mucho, un placer leerte siempre.
Besos
Saludilloos y no te preocupes que "la zona" ya la dejé :D
Un beso!
me encanta la actitud de ella de guardarse la carta en ese momento... que él sufra un poquito (pero sólo un poquito)
Un abarazo
xhaludos!
Pero, ¿qué es eso que la maestra entró gritando como de costumbre? Jajaj.
Mi profesión no estaría de acuerdo con el final del relato.
Abrazo!
Esperemos el siguiente capítulo.
Besos.
Besotes
que estes bien :)
Lo que puede hacer un lápiz pero sin duda la acción de regresarlo acompañado de una nota fue lo que mejor pudiste haber hecho =D
paso a saludarte y desearte linda semana ^^